Post by sestum on May 18, 2021 23:54:16 GMT 1
La lucha contra la no muerte. Capítulo I.
La reciente situación creada en Rokkham parece sugerir que se cree una guía como la que se pretende en orden a favorecer las estrategias y la buena ventura de quienes emprenden esta empresa.
Lo primero que debe de entenderse es qué es un no muerto. Un no muerto, o insepulto, es un cadáver reanimado gracias a la energía negativa. No obstante, esta simple definición no puede opacar la gran variedad de insepultos que existen y que se pueden crear, pues, a medio camino entre los gólems y la aberración, un necromante puede crear nuevas formasde muerto viviente, mezclando características de la amplia variedad que han desarrollado.
Así, debe distinguirse entre los muertos vivientes corpóreos, es decir, zombies, esqueletos, vampiros, liches… y los muertos vivientes incorpóreos, es decir, fantasmas, sombras, espectros… Estos últimos también se conocen como no muertos espirituales o espíritus de muerte.
Sea como sea, lo que es común a todos ellos es el papel fundamental que juega la energía negativa en su constitución y mantenimiento. Como se puede ver al estudiar la escuela de magia de la evocación, así como la energía positiva implica dinamismo, éxtasis, cambio y vida, la energía negativa implica quietud, decaimiento, decrepitud y muerte.
Ciertos autores afirman que estas son asunciones que no tienen gran transcendencia en el porqué de las cosas, limitándose a definirlas como una visión literaria, novelesca, quizás artística, de la naturaleza de estas energías, que definen, simplemente, como buenas y malas. Por supuesto, una visión tan maniqueísta de las cosas no podría ser compartida. La razón de ello es simple. Nuestro plano es un perfecto equilibrio de todas las energías elementales, componiéndonos nosotros de todas ellas. En tal sentido, un exceso de energía positiva nos haría desarrollar tumores y mutaciones extrañas, mientras que un exceso de energía negativa nos haría consumirnos poco a poco hasta llevarnos al borde de la conversión en otra cosa: la muerte y posterior alzamiento.
De esta forma, puede uno adentrarse a hablar, levemente, del origen de estos odiosos seres. La mitología de Toril parece dar todo el crédito de la no muerte a un Señor del Infierno cuyo nombre no debe ser pronunciado. Este ser, considerado el Príncipe de los no muertos, pareció deber crearlos como una suerte de herramienta, algo que afirman diferentes grupos culturales que han tenido contacto con este fenómeno.
Sea como sea, lo cierto es que su presencia ha sido símbolo de poder y su figura reconocida como el terrible ejemplo de su especie. En cualquiera de los casos, son muchos los dioses que se oponen activamente a la no muerte y muy pocas las criaturas de poder superior a un mortal que la apoyan. Así, en cierto modo, podría decirse que no existe ningún dios, al nivel del Seldarine, la Tríada o el Panteón Robusto que activamente apoye este aberrante fenómeno.
Tan solo Falazure, deidad dracónica, y Vecna son considerados deidades como tal, siendo todo lo demás semidioses según los cánones establecidos por la mayoría de teólogos, a cuyos trabajos me remito.
La razón de esta ausencia de un panteón definido y completo viene dada por la ausencia de una conciencia como tal. Todo necromante, sin importar su clase o condición, sufre de una degeneración mental especial que le hace incapaz de mantener habilidades sociales adecuadas o un entendimiento de la necesidad ajena, por tanto, es muy difícil encontrar cábalas de necromantes completas, integradas en una sociedad, como miembros normales de la sociedad. Lo más común de encontrar, será encontrar organizaciones piramidales de sumisión absoluta o casi absoluta entre varios necromantes de gran poder que, eventualmente, terminarán respondiendo ante uno solo. Estas estructuras suelen formar lo que se hace llamar necrópolis cuando, bajo su entablamento, se prodiga toda una miríada de no muertos a su servicio.
En cualquiera de los casos, los insepultos carecen de sociedad, carecen de costumbres, de religión, de cultura y de gusto ninguno. Esto se verá más adelante, por si no fuese suficientemente obvio.
Respecto al origen concreto de cada uno… Claramente en su momento fueron personas vivas, tan vivas como quien escribe estas palabras, con sus emociones, metas, sentimientos y lazos afectivos… Bien sea por la falta de digna sepultura, bien por un desgarro cósmico, un evento extremadamente horrible o por la mala intención de un necromante, el cuerpo terminó alzándose, o su espíritu quedar encerrado, haciendo uso de energía negativa y técnicas degeneradas, quedando reducidos a una parodia cruel de lo que fueron, a un dolor y tortura eterna, a una existencia marchita y tortuosa.
Por ser tal la horrible naturaleza de estos seres, su comportamiento es parecido. Un insepulto es inmortal, nunca será destruido por el paso del tiempo. Su piel se marchitará, su carne se pudrirá y caerá de sus huesos, excepto en el caso de los vampiros, incluso terminará totalmente descarnado y amarillentos sus huesos, pero seguirá siendo un insepulto en activo.
Pocos de ellos, por no decir casi ninguno, son conscientes de su propia existencia y están dotados de inteligencia. La inmensa mayoría de ellos son meros cuerpos, carcasas vacías, que obedecen la voluntad de su amo y creador. Los pocos que se encuentran dotados de conciencia son temibles, pues milenios de aprendizaje suele acompañarlos tras de ellos, saben y pueden ser pacientes en extremo.
En los siguientes capítulos se tratará al no muerto como sujeto de estudio.
Eliandor Asdrolendel, Pionero de la Casa de Lorlendil.