Post by johndoe on Sept 17, 2019 23:55:53 GMT 1
Juego de Manos
Desde donde estaba podía ver cómo, las jetas incrédulas de mis compañeros de cartas, palidecía. Su color era sustituido por el reflejo amelado y dulce del oro. Las cartas cayeron de sus manos, ya no importaban. Me alegro. Howard, el muy cabrón tenía una escalera de color y yo había subido con un farol. Por supuesto, lo que les había hecho soltarlas era lo mismo que les había llevado a apostar. ¿Y qué iba a ser sino la avaricia? Cien mil monedas alimentaban sus insaciables ojos. Los muy desgraciados no habían visto tantas monedas en su puñetera y miserable vida. No es como si mis pelotas estuvieran forradas de oro, no. Todavía no. Pero soy un cortabolsas, estoy acostumbrado a ver bolsas grandes, bolsas pequeñas, bolsas llenas y vacías. Pero joder, yo tampoco imaginé ver nunca una puta bolsa de ese tamaño. Parecía igual de grande como cabeza de Gurthek antes de que se la cortaran los putos fanáticos. Y ahí estaba, toda para nosotros solos. Todo lo que teníamos que hacer eran algunas gestiones; y recortando un poquito aquí y allá sería nuestra.
La puerta se cerró tras ella como un adiós. No un "hasta luego", pero tampoco un "hasta siempre". Era un puto adiós seco como el ron de mi jarra. Y había dejado la misma sensación, embriaguez y un tiro en el estómago. Los idiotas de Jason y Patrick ya estaban pensando en qué gastarlo. Que si hacer un "folla-tour" y fornicar con todas las rameras de la península desde Bayas hasta Lual-rush. Que si comprar una taberna y vivir a base de alcohol y cerdo. Al menos el cabezota de Branford tenía más visión de futuro: proponía comprar armas mágicas y hacerse con el bandidaje de la región. Aunque el muy gilipollas no tenía ni zorra de dónde encontrarlas.
Ni siquiera el "hay más de dónde vino" les hizo cambiar mucho de opinión. Patrick como buen ladrón que es proponía una huida alocada después de mangar una caravana a punta de navaja. Jason proponía un timo, más sutil, más rastrero; como las trampas a las que tanto tiempo dedica. Al menos Branford estaba de mi lado. Es tozudo como una mula pero al menos sabe mirar para adelante sin distraerse con gilipolleces. Además es al que más conozco. Desde pequeños hemos estado jodiendo por el pueblo.
Así es Branford, siempre tiene buenas ideas y es hábil con la ganzúa. Sabe lo que quiere y lo coge. Fue su idea lo del truco del trilero. ¡Joder, esos eran buenos tiempos! Mis primeras bolsas cortadas. Si no llega a ser por él, estaría muerto o trabajando con el porquero. Como esa chica Verónica, qué culo tenía... Qué desperdicio. También fue su idea lo de aventurarse a hacer el buitre en las casas del barrio. Aquello fue bien, gracias a eso llegamos a donde estamos. Aunque hemos perdido a muchos por el camino. Como al piel-verde de Gurthek. Pero a él no lo echaré de menos. Que le jodan a él, y a esos putos fanáticos.
Por supuesto, esto también ha sido su idea. Y yo, como un idiota, siempre le sigo el paso. Y eso que los capullos de Patrick y Jason me caían bien. Pero no, siempre hago lo mismo, siempre igual. Basta con que Branford me dé la señal para que saque la daga y le corte el gaznate al ladrón. Aunque tampoco es que Branford haya dudado mucho a la hora de acuchillar al trampero.
"¡Esto es el negocio de nuestra vida!" dice Branford con esa sonrisa que conozco tan bien. Esa sonrisa con la que se ríe del mundo. Y de mí. "Tú no te preocupes. Sólo tenemos que pretender que le seguimos el rollo. Y mientras nos encargamos nosotros de todo el tinglado". Es un tío listo, el muy cabrón. Seguro que él podría. Aunque sé que ese "nosotros" no me incluye. Él sabe que yo sólo soy el idiota que caga donde él caga, que come donde él come, y que folla después de que él haya echado un buen polvo. Él dice que mire fuera, para asegurarme de que se ha ido y yo, como un perro obediente, lo hago. Por supuesto él se encargará del oro, como siempre. Se cree la puta Scavaea, siempre contando oro con esa estúpida sonrisa de rata. Aunque sólo es un cerdo prescindible. Un cerdo prescindible... ¡Coño!¡Me cago en mi vida!¡Sólo es un puto cerdo prescindible!
Pensé que me costaría más rajarle el cuello al muy cabrón. Supongo que los amigos de la infancia están sobrevalorados. Siempre le tuve miedo. O quizá fue que siempre me sentí inferior a él. Bueno, ya da igual. Mi mayor preocupación ahora es que voy a tener que lavar muchas monedas para poder usarlas. De todas formas la sangre opaca el olor de ésta miel que ahora es mía. Por ahora haré lo que me pide, aunque no sin cogerme un buen pellizco de esto. Quinientas monedas por cada uno de mis compañeros muertos: Quinientas por Jason el listillo. Quinientas por el bocazas de Patrick. Quinientas por el puto arrogante de Branford... Y, ¡qué coño!, quinientas por mi pasado yo. ¡Que te jodan perro lameculos!
Vaya semana. Echo de menos las partidas de cartas y las charlas relajadas sobre idioteces. También los trabajos fáciles y rascarme los huevos como el mierdecilla que era. Supongo que la ambición tiene un precio. Branford era ambicioso, aunque nunca se quejó. Tampoco se dio cuenta de que eso le costaría una puñalada en la espalda, tengo que ser más listo que él.
Hice todo lo que creí necesario para levantar este chiringuito. Fue quebradero de cabeza tras quebradero de cabeza. No tuve tiempo ni para darme una paja. Con razón Branford siempre estaba tan tenso. Hah... Tendré que cuidarme de seguir su camino. Pero al final pude hacerlo todo a tiempo. El día límite para arreglarlo todo estaba al caer y pronto tendría que ir a buscarla. "Quizá le pida que me haga esa paja.", pensé. "Seguro que si me porto bien me enseña lo que hay ahí debajo y nos lo montamos como cerdos. mientras me susurra al oído", murmuraba mientras esperaba. Fue todo muy rápido. Degradé a Branford al papel de víctima y cómplice, y a los dos idiotas los ascendí al de perversos atracadores que querían huir con el dinero. Por supuesto, yo me reservé el papel de héroe solitario y apenado por la muerte de mi mejor amigo. Luego le dije lo que tenía, lo que 'yo' había conseguido, y luego le sugerí que aun podía hacerlo mejor. Ella me dió todo lo que pedí (menos la paja), y se fue con otro adios frío como lo que tiene entre las piernas.
Me pregunto: ¿qué cara tendré ahora? ¿De triunfador? ¿De gilipollas satisfecho...? La muy idiota se lo ha tragado. ¡Hah! Y yo que estaba nervioso. ¡Jódete Branford! Yo también soy un listillo, no te necesito a ti ni tus estúpidas ideas de futuro. ¿Te acuerdas cuando Buckman vino a buscarnos? Yo he hecho lo mismo con esos criajos, y adivina qué, los tengo en la palma de la mano. Tu que te reías y decías que era un inútil incapaz de convencer a nadie de nada. Al final parece que guardar tu asquerosa lengua en una bolsa me va a servir como amuleto y todo. Si, si, ya sé que vas a decir: "Engatusar a unos críos es tan fácil como darle unos dulces". Pues vete a la mierda. Ahora también tengo a 'mis' propios subordinados, gilipollas. Si, míos. No tuyos o "nuestros". ¡Míos! Incluso me las he apañado para hablar con un cura, tú que les tenías tanto miedo. "Esos obedecen a algo mayor", decías. Quizá escuchen a algo que reside en un lugar superior y eso, pero viven aquí en este mundo de mierda como nosotros. Y en éste mundo lo que da de comer, de beber y de follar es el oro.
¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! La tengo en mi cama y no se me levanta. Y eso que la tengo encima mía, abierta de patas, y susurrándome al oído. Pero ¡joder!, con una navaja en los huevos y otra en el gaznate, ¡a quién coño se le levantaría? Puto Branford, ¿qué hubieras hecho tú en mi pellejo? ¡No te quedes callado ahora, cabrón! “Ten cuidado con lo que deseas”. Seguro que tú no lo pensaste hasta que te rajé el cogote, ¿verdad? Y ahora el que lo piensa soy yo.
Tengo delante una sombra que huele a veneno y bilis. En la garganta un nudo del ahorcado hecho de acero bien afilado. La sangre me corre por las venas y el cuello. Sus palabras son violentas como granizo en campo abierto. Sus susurros son dulces como la cicuta. Me dice que me tratará bien. Joder, ojalá fuera lo que pienso, pero sus ojos son dos colmillos perforando los míos. Y éste sudor frío no sé si es miedo o excitación, pero como esa hoja penetre más mi carne aquí va a empezar a oler a mierda. ¿Que no le mienta? ¡Me cago en mi puta vida! Lo sabía, lo sabía todo. Lo tuyo, lo de Jason y Patrick, hasta lo del puto oro. Me ha dado lo que he pedido para reírse de mi avaricia, y ahora ha venido a cobrar los intereses. ¿Qué has hecho tú, cabrón? ¡Morirte! Puto Branford. Deberías ser tú el que estuviera debajo de ésta psicópata. Guardas, trampas, puertas y al resto de mequetrefes; lo ha pasado todo como un puto fantasma. Y ahora, como un puto fantasma, me hiela la sangre con su aliento y me drena la vida con sus caricias. No sé si voy a salir de ésta. Pero si lo hago, Branford, me cagaré sobre tu tumba.
La puerta se cerró tras ella como un adiós. No un "hasta luego", pero tampoco un "hasta siempre". Era un puto adiós seco como el ron de mi jarra. Y había dejado la misma sensación, embriaguez y un tiro en el estómago. Los idiotas de Jason y Patrick ya estaban pensando en qué gastarlo. Que si hacer un "folla-tour" y fornicar con todas las rameras de la península desde Bayas hasta Lual-rush. Que si comprar una taberna y vivir a base de alcohol y cerdo. Al menos el cabezota de Branford tenía más visión de futuro: proponía comprar armas mágicas y hacerse con el bandidaje de la región. Aunque el muy gilipollas no tenía ni zorra de dónde encontrarlas.
Ni siquiera el "hay más de dónde vino" les hizo cambiar mucho de opinión. Patrick como buen ladrón que es proponía una huida alocada después de mangar una caravana a punta de navaja. Jason proponía un timo, más sutil, más rastrero; como las trampas a las que tanto tiempo dedica. Al menos Branford estaba de mi lado. Es tozudo como una mula pero al menos sabe mirar para adelante sin distraerse con gilipolleces. Además es al que más conozco. Desde pequeños hemos estado jodiendo por el pueblo.
Así es Branford, siempre tiene buenas ideas y es hábil con la ganzúa. Sabe lo que quiere y lo coge. Fue su idea lo del truco del trilero. ¡Joder, esos eran buenos tiempos! Mis primeras bolsas cortadas. Si no llega a ser por él, estaría muerto o trabajando con el porquero. Como esa chica Verónica, qué culo tenía... Qué desperdicio. También fue su idea lo de aventurarse a hacer el buitre en las casas del barrio. Aquello fue bien, gracias a eso llegamos a donde estamos. Aunque hemos perdido a muchos por el camino. Como al piel-verde de Gurthek. Pero a él no lo echaré de menos. Que le jodan a él, y a esos putos fanáticos.
Por supuesto, esto también ha sido su idea. Y yo, como un idiota, siempre le sigo el paso. Y eso que los capullos de Patrick y Jason me caían bien. Pero no, siempre hago lo mismo, siempre igual. Basta con que Branford me dé la señal para que saque la daga y le corte el gaznate al ladrón. Aunque tampoco es que Branford haya dudado mucho a la hora de acuchillar al trampero.
"¡Esto es el negocio de nuestra vida!" dice Branford con esa sonrisa que conozco tan bien. Esa sonrisa con la que se ríe del mundo. Y de mí. "Tú no te preocupes. Sólo tenemos que pretender que le seguimos el rollo. Y mientras nos encargamos nosotros de todo el tinglado". Es un tío listo, el muy cabrón. Seguro que él podría. Aunque sé que ese "nosotros" no me incluye. Él sabe que yo sólo soy el idiota que caga donde él caga, que come donde él come, y que folla después de que él haya echado un buen polvo. Él dice que mire fuera, para asegurarme de que se ha ido y yo, como un perro obediente, lo hago. Por supuesto él se encargará del oro, como siempre. Se cree la puta Scavaea, siempre contando oro con esa estúpida sonrisa de rata. Aunque sólo es un cerdo prescindible. Un cerdo prescindible... ¡Coño!¡Me cago en mi vida!¡Sólo es un puto cerdo prescindible!
Pensé que me costaría más rajarle el cuello al muy cabrón. Supongo que los amigos de la infancia están sobrevalorados. Siempre le tuve miedo. O quizá fue que siempre me sentí inferior a él. Bueno, ya da igual. Mi mayor preocupación ahora es que voy a tener que lavar muchas monedas para poder usarlas. De todas formas la sangre opaca el olor de ésta miel que ahora es mía. Por ahora haré lo que me pide, aunque no sin cogerme un buen pellizco de esto. Quinientas monedas por cada uno de mis compañeros muertos: Quinientas por Jason el listillo. Quinientas por el bocazas de Patrick. Quinientas por el puto arrogante de Branford... Y, ¡qué coño!, quinientas por mi pasado yo. ¡Que te jodan perro lameculos!
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Vaya semana. Echo de menos las partidas de cartas y las charlas relajadas sobre idioteces. También los trabajos fáciles y rascarme los huevos como el mierdecilla que era. Supongo que la ambición tiene un precio. Branford era ambicioso, aunque nunca se quejó. Tampoco se dio cuenta de que eso le costaría una puñalada en la espalda, tengo que ser más listo que él.
Hice todo lo que creí necesario para levantar este chiringuito. Fue quebradero de cabeza tras quebradero de cabeza. No tuve tiempo ni para darme una paja. Con razón Branford siempre estaba tan tenso. Hah... Tendré que cuidarme de seguir su camino. Pero al final pude hacerlo todo a tiempo. El día límite para arreglarlo todo estaba al caer y pronto tendría que ir a buscarla. "Quizá le pida que me haga esa paja.", pensé. "Seguro que si me porto bien me enseña lo que hay ahí debajo y nos lo montamos como cerdos. mientras me susurra al oído", murmuraba mientras esperaba. Fue todo muy rápido. Degradé a Branford al papel de víctima y cómplice, y a los dos idiotas los ascendí al de perversos atracadores que querían huir con el dinero. Por supuesto, yo me reservé el papel de héroe solitario y apenado por la muerte de mi mejor amigo. Luego le dije lo que tenía, lo que 'yo' había conseguido, y luego le sugerí que aun podía hacerlo mejor. Ella me dió todo lo que pedí (menos la paja), y se fue con otro adios frío como lo que tiene entre las piernas.
Me pregunto: ¿qué cara tendré ahora? ¿De triunfador? ¿De gilipollas satisfecho...? La muy idiota se lo ha tragado. ¡Hah! Y yo que estaba nervioso. ¡Jódete Branford! Yo también soy un listillo, no te necesito a ti ni tus estúpidas ideas de futuro. ¿Te acuerdas cuando Buckman vino a buscarnos? Yo he hecho lo mismo con esos criajos, y adivina qué, los tengo en la palma de la mano. Tu que te reías y decías que era un inútil incapaz de convencer a nadie de nada. Al final parece que guardar tu asquerosa lengua en una bolsa me va a servir como amuleto y todo. Si, si, ya sé que vas a decir: "Engatusar a unos críos es tan fácil como darle unos dulces". Pues vete a la mierda. Ahora también tengo a 'mis' propios subordinados, gilipollas. Si, míos. No tuyos o "nuestros". ¡Míos! Incluso me las he apañado para hablar con un cura, tú que les tenías tanto miedo. "Esos obedecen a algo mayor", decías. Quizá escuchen a algo que reside en un lugar superior y eso, pero viven aquí en este mundo de mierda como nosotros. Y en éste mundo lo que da de comer, de beber y de follar es el oro.
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¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! La tengo en mi cama y no se me levanta. Y eso que la tengo encima mía, abierta de patas, y susurrándome al oído. Pero ¡joder!, con una navaja en los huevos y otra en el gaznate, ¡a quién coño se le levantaría? Puto Branford, ¿qué hubieras hecho tú en mi pellejo? ¡No te quedes callado ahora, cabrón! “Ten cuidado con lo que deseas”. Seguro que tú no lo pensaste hasta que te rajé el cogote, ¿verdad? Y ahora el que lo piensa soy yo.
Tengo delante una sombra que huele a veneno y bilis. En la garganta un nudo del ahorcado hecho de acero bien afilado. La sangre me corre por las venas y el cuello. Sus palabras son violentas como granizo en campo abierto. Sus susurros son dulces como la cicuta. Me dice que me tratará bien. Joder, ojalá fuera lo que pienso, pero sus ojos son dos colmillos perforando los míos. Y éste sudor frío no sé si es miedo o excitación, pero como esa hoja penetre más mi carne aquí va a empezar a oler a mierda. ¿Que no le mienta? ¡Me cago en mi puta vida! Lo sabía, lo sabía todo. Lo tuyo, lo de Jason y Patrick, hasta lo del puto oro. Me ha dado lo que he pedido para reírse de mi avaricia, y ahora ha venido a cobrar los intereses. ¿Qué has hecho tú, cabrón? ¡Morirte! Puto Branford. Deberías ser tú el que estuviera debajo de ésta psicópata. Guardas, trampas, puertas y al resto de mequetrefes; lo ha pasado todo como un puto fantasma. Y ahora, como un puto fantasma, me hiela la sangre con su aliento y me drena la vida con sus caricias. No sé si voy a salir de ésta. Pero si lo hago, Branford, me cagaré sobre tu tumba.