Post by titoplauto on Nov 19, 2022 19:41:15 GMT 1
Ficha Ur-Ukar
Nombre: Ur-Ukar
Raza: Semiorco
Edad: 28
Estatura: 1,90
Peso: 110
Clase: Pícaro vividor
Deidad: Menta de vez en cuando a GranGrog, pero ni cree en él, ni existe entre los dioses
Procedencia: El Bosque de la Inmensidad
Prólogo
Soy conocido por el nombre Ur-Ukar, es la transcripción al idioma de los humanos de la pronunciación fonética orca. Como todo el mundo sabe, los orcos carecen de idioma escrito.
Ur tiene traducción literal, que significa «medio o pedazo de dos partes». Ukar complica el asunto en cierta medida, por lo pobre del vocabulario orco. Los humanos y elfos carecen de esa palabra en su diccionario. Viene a ser «el trozo de heces que se incrusta en el vello de las nalgas».
En definitiva, me llamo «Incómodo medio excremento». Comprenderéis que use la pronunciación orca de mi nombre a lo largo del texto en lugar de su traducción en humano común, idioma que he seleccionado para pasar mis recuerdos a papel.
Todo en esta vida posee su explicación y mi nombre tiene una razón de ser. Como indica el título de mis memorias, soy un semiorco. Uno de mis padres era un orco y el otro un elfo, pero para todas las razas cualquier cosa con sangre orca es un orco. Para todas las razas menos para los orcos, pues para ellos soy un semiorco, un mestizo, el híbrido de sangre pura y bazofia elfa. Por ello me bautizaron con la lindeza de mi nombre.
Os estaréis preguntando: ¿fue mi madre o mi padre el portador de la sangre élfica? Es imaginable por una mente perturbada visualizar a un elfo conquistando con galanterías a una ruda orca sin menospreciar lo depravado del acto sexual. Pero bueno, existe gran cantidad de literatura de fantasía sobre grandes caballeros salvando una y otra vez al mundo. Si tenéis entre las manos las memorias de un semiorco doy por sentado que mis progenitores os despiertan curiosidad. Por simple deducción orca matizo lo de simple. Tengo la certeza de que fui fecundado de manera tradicional: un orco le asestó un buen testarazo a una elfa y la violó.
En el poblado al que pertenecí en mi edad temprana siempre me dijeron que fui encontrado flotando por el río, en un canasto fabricado con hojas perfectamente hiladas, como las historias de héroes legendarios que tanto recitan los juglares en las posadas. Pero no os equivoquéis, ni héroe, ni historias épicas. Tampoco he salvado el mundo, al menos que yo tenga conciencia de ello. En esta declaración quedan exentas las noches de embriaguez legendaria. En mi vida me he limitado a sobrevivir, emborracharme y meter la tercera pierna en todo agujero femenino que se terciara, indiferentemente de la raza.
En definitiva, y con la argumentación expuesta, no hay que ser un gran erudito para llegar a la conclusión de que mi madre fue una elfa ultrajada, que por amor a la vida y esas sandeces élficas no tuvo valor de tirarme a los cerdos cuando nací y me abandonó a mi suerte por el río.
Las diferencias que poseo con los orcos de pura raza son inapreciables para los humanos: tengo las orejas más puntiagudas, mis rasgos faciales son finos y carezco de vello en las mejillas. Pero mantengo la tonalidad de piel verde y los colmillos caninos de la mandíbula inferior. Digamos que soy bastante atractivo para una orca. Pero eso es tan útil como masturbar a un ahorcado. Para las féminas apetecibles, las macizas humanas y las delicadas elfas solo soy un orco. Otra de las diferencias interesantes es que camino erguido. Esto a priori no parece una ventaja. Pero no os podéis imaginar los problemas que tienen mis compañeros orcos para enfundarse dentro de una coraza completa de campaña. Con lo difícil que es abatir a esos correosos caballeros y cuando les sesgas la vida, por culpa de la pequeña joroba que todo orco lleva con orgullo al andar encorvado, no hay manera de poderse equipar con el botín. En mi caso, me sientan como un guante, siempre que el caballero sea de buen tamaño. La masa muscular orca, superior de media a la humana, es una de las herencias que mi padre dejó en el vientre de mi madre. Los rayos de la bola de calor también marcan una diferencia. Los orcos, pese a no ser dañados con ellos, como ocurre con los trolls, sí les molestan en demasía. A mí la luz de la bola me increpa lo mismo que a un humano de ojos claros: aprieta pero no ahoga.
Tras la presentación comentaros que he llegado a la vejez, luzco una oronda barriga y una prominente calva. Eso le quita cierta emoción a las memorias. Además, he de añadir que por muy difíciles que parezcan las situaciones, al final salgo airoso de todas ellas, de lo contrario no podría escribir estas letras. Si buscáis combates a muerte contra un dragón con el fin de rescatar a una princesa, nobles duelos cara a cara y demás tópicos fantásticos medievales, acudid a cualquier posada, pagad una moneda de cobre por una cerveza aguada y esperad al bardo de turno.
Esto son los relatos del otro lado… Las historias de un semiorco.
PDD: No ha habido manera de insertar imágenes, ya las pondré cuando vea como se hace.